“No nos queremos morir, mamá”: víctimas de una agresión invisible que no perdona a nadie

Reportaje de la cadena rusa RT sobre la situación medioambiental en Quintero y Puchuncavi La industria de la zona les ha llevado hasta la misma puerta de sus casas toda una legión de asesinos silenciosos: plomo, aluminio, arsénico… No se ven, pero ahí están, cobrándose un doloroso peaje en enfermedades, familias desbaratadas y gastos médicos en nombre de un supuesto desarrollo del que ellos no se beneficiarán. 

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Para los habitantes de Quintero y Puchuncaví, en Chile, la crisis medioambiental que sufre su país está lejos de ser una vaga amenaza o un motivo de debate político. La industria de la zona les ha llevado hasta la misma puerta de sus casas toda una legión de asesinos silenciosos: plomo, aluminio, arsénico… No se ven, pero ahí están, cobrándose un doloroso peaje en enfermedades, familias desbaratadas y gastos médicos en nombre de un supuesto desarrollo del que ellos no se beneficiarán. El apacible paisaje de Quintero y Puchuncaví oculta una amenaza que solo se manifiesta cuando la salud de sus habitantes se deteriora gravemente. Los ciudadanos señalan a un polígono industrial como el responsable de miles de intoxicaciones que afectan a todos, y aunque es difícil determinar qué causa las enfermedades, hay nombres que pasan de boca en boca con un eco temible: plomo, cobre, arsénico.

Esa agresión invisible no perdona a nadie, ni siquiera a los niños. Nancy, una madre joven de Pucalá (Puchuncaví), cuenta que la contaminación afectó a su hija y confiesa que es difícil “verla sufrir”. “Yo traje a mi hija al mundo para que ella sea feliz, no para que ella me hiciera feliz a mí. Nos ha tocado duro“, dice Nancy.

“Te están matando silenciosamente”

Los vecinos de la zona saben que el aire que respiran está contaminado y que las responsables son las sustancias emitidas por las empresas del parque industrial con el que conviven. Una zona con un dilema nacional para Chile: empresas importantes para el motor de la economía versus contaminación, una especie de monstruo invisible que invade el cuerpo de los ciudadanos.

Al menos 54 familias tuvieron que sacar a sus hijos de las comunas por las consecuencias de la intoxicación. Entre ellas, Nancy, que planea mudarse con su hija Ángela a casa de sus padres en otro pueblo, precisamente porque la niña ya no tolera el aire contaminado.

“No ves la contaminación que hay. No ves que te estás envenenando de a poquito, que te están matando silenciosamente. No ves que vas a consumir mariscos que están contaminados, pasada la normativa 30 veces. No ves que el agua que vas a tomar, si es que tomas agua de pozo, tiene aluminio, arsénico y plomo. (…) Eso con los años va entrando a tu organismo y lo va minando, te va produciendo diferentes enfermedades”, comenta Katta Alonso, fundadora del grupo Mujeres de Zona en Sacrificio en Resistencia, que luchan contra la contaminación del lugar. ‘Zonas en sacrificio’ es como ellas llaman a los lugares con problemáticas ambientales.

Eso es una zona de sacrificio. Cuando te mataron todo el medioambiente. Y además, te están matando a la gente. Eso es una zona de sacrificio en nosotros”, lamenta Katta.

“No nos queremos morir, mamá”

A uno de los hijos de Cecilia Huencho, de Quintero, los problemas hematológicos por la contaminación “no le permiten hacer una vida normal”. Sus hijos, de 10 y 6 años, tuvieron que mudarse a Santiago de Chile para vivir con sus abuelos y sus hermanas universitarias. Hay cosas que ya no pueden hacer como otros de sus compañeros, como correr o saltar. Cecilia y su marido tuvieron que quedarse en la comuna para poder trabajar.
“[Me dicen] que no se quieren morir. Es fuerte. Es fuerte para una mamá escuchar que tus hijos te digan ‘no nos queremos morir, mamá. No te queremos dejar sola‘”, relata Cecilia.

Otro de los niños afectados es Exequiel, de la localidad de Ventanas. A sus 12 años, la contaminación e intoxicaciones repetidas le han generado una dermatitis aguda y le han dañado el sistema inmunológico.

“Hay veces que mi hijo me dice ‘mamá, yo me quiero morir, porque no doy más, no quiero seguir luchando‘”, cuenta su madre, Magalí Miranda. A pesar de sufrir por su enfermedad, Exequiel conoce la realidad que está viviendo la familia y la necesidad que hay. No deja de ir al colegio y también ayuda con trabajos en la casa.

Economía vs. contaminación

Chile es el país más contaminado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Incluso el actual presidente, Sebastián Piñera, hizo alusión a la crisis medioambiental en su último discurso ante Naciones Unidas. Desde el ministerio pertinente tampoco niegan la situación.

“Evidentemente es una realidad y como país no la vamos a esconder, sino que lo queremos enfrentar, creemos que es lo que corresponde”, afirma Felipe Riesco, subsecretario de Medio Ambiente de Chile.

Las empresas comenzaron a instalarse en la zona de Quintero y Puchuncaví en 1954. Primero una, después otra, y así se formó el polo industrial. Petroleras, termoeléctricas, fundición de cobre… empresas que se instalaron hace años sin regulación y sin reparos.

Hay sustancias tóxicas y contaminantes que en Chile no tienen normativa. Entre otras, el mercurio y el arsénico. Tampoco está sujeta a la normativa la fundición de cobre, un importante ingreso para la economía del país. Pese a que la población de Quintero y Puchuncaví tiene dañada la salud por la contaminación, la decisión de mudar esas compañías no entra dentro de las posibilidades de las políticas de Estado.

“Yo creo que es difícil, yo creo que de partida lo vería como un fracaso de gestión ambiental, creemos que las industrias tienen que establecerse y desarrollar sus actividades económicas, tienen que ser capaces de desarrollar esa actividad en armonía con el medioambiente y con las comunidades que la rodean”, comenta Riesco.