Montevideo (Mesa Américas), 1 jul (Sputnik).- Los recientes resultados electorales en Latinoamérica y los que puedan darse de acá a fin de año han rediseñado el mapa geopolítico bajo una tendencia abrumadora: salvo contadas excepciones, la región no asiste a un triunfo oficialista en elecciones presidenciales desde la victoria de Mario Abdo Benítez en Paraguay, en 2018.
Dos de esas excepciones salen de memoria: Nicaragua, donde Daniel Ortega sumará 26 años en el poder, en dos períodos no consecutivos, y Venezuela, país en el que Nicolás Maduro todavía extiende la vigencia del chavismo, en el Gobierno desde 2002.
Hay otras dos que responden a alianzas políticas vencidas, como la que llevó al poder a Juan Manuel Santos (2010-2018) en Colombia, en un principio como delfín y sucesor de Alvaro Uribe (2002-2010), y la de Lenín Moreno (2017-2021) en Ecuador, otrora vicepresidente y correligionario del izquierdista Rafael Correa (2007-2017).
Luego, todas fueron victorias de las fuerzas opositoras a los gobiernos de turno. López Obrador, Duque, Cortizo, Alvarado (2018-2022) y Bolsonaro ganaron respectivamente en México, Colombia, Panamá, Costa Rica y Brasil en 2018; Bukele, Giammatei, Fernández y Lacalle Pou triunfaron por su parte en El Salvador, Guatemala, Argentina y Uruguay en 2019.
El 2020 estuvo sindicado por el retorno del Movimiento Al Socialismo (MAS, izquierda), de la mano de Luis Arce, en Bolivia -en este caso para oponerse a un Gobierno de facto-. El año pasado, en tanto, vencieron Guillermo Lasso en Ecuador, Pedro Castillo en Perú, Gabriel Boric en Chile y Xiomara Castro, la única mujer de la nómina, en Honduras.
El año en curso tuvo los triunfos de Luis Abinader en Costa Rica y, el más reciente, el de Gustavo Petro en Colombia. Y se espera qué pasará en octubre con los comicios en Brasil, que parecen decidirse entre Bolsonaro y el expresidente Lula da Silva (2003-2011).
La posibilidad de que coincidan en el poder mandatarios de la estirpe de Boric, Petro, Fernández, Lula, Arce y Castillo hizo que muchos analistas hablaran de un nuevo giro a la izquierda en el más joven de los continentes. Sin embargo, otros se preguntan si lo que está en boga es, en realidad, un extendido hartazgo a los modelos de gestión de turno. Los oficialismos, en palabras más sencillas.
VOTO AL CONTRARIO
“No hay que engañarse, el giro es a la vereda del frente, la gente no elige ‘izquierda’ sino lo contrario de lo que hay, a ver si son capaces de solucionar los problemas”, indica a la Agencia Sputnik la directora de la consultora en opinión pública con sede en Chile Latinobarómetro, Marta Lagos.
“Hubo una dificultad para gobernar de las propuestas conservadoras y liberales que siguieron al giro de la izquierda, que en general fracasaron en términos de continuidad”, opina por su parte el director de la edición cono sur de Le Monde Diplomatique, José Natanson, en diálogo con esta agencia.
Para el politólogo, “esta dificultad también la va a sufrir la izquierda, de hecho ya la está sufriendo. Lo vemos en Argentina, lo vemos en Chile, en Bolivia. Básicamente hay una dificultad que le impide a los gobiernos generar transformaciones fuertes como fue el neoliberalismo en los 90 y el ciclo de izquierda en los primeros 2000. En ambos ciclos hubo transformaciones políticas, económicas y sociales muy fuertes”.
Por todo esto, para Natanson estamos ante un doble fenómeno: “un giro a la izquierda y la crisis del sistema. Y todavía no está visto si estos partidos que llegan al poder van a poder recomponer la legitimidad del sistema, reconectar al sistema político y al poder político con la sociedad”.
RECONCILIACIÓN
Petro parece haber tomado nota de este fenómeno, que encuentra en Perú su diagnóstico más acabado, con un presidente siempre a punto de ser destituido por el Congreso legislativo, a pesar de no tener todavía un año en el cargo.
En su primera intervención pública como mandatario electo, en la presentación del informe de la Comisión de la Verdad, Petro habló de “reconciliación”. Una estrategia a la que también parece echar mano Boric cuando habla de “reparar las heridas que quedaron del estallido social”, Fernández en Argentina, en su obsesión por cerrar la denominada “grieta” ideológica, y hasta Lula, en su campaña, donde los tuits en los que apela a un Brasil en el que reine “el amor” se repiten casi a diario.
“En Chile no hay paciencia para esperar resultados, y no hubo luna de miel. El Gobierno lleva tres meses y ya lo culpan por no cumplir. Le pasará lo mismo a Petro. Los pueblos quieren las cosas ya mismo, no mañana y eso lleva a la ingobernabilidad”, afirma Lagos.
Para la analista, “las democracias debilitadas no tienen fortaleza institucional para lidiar con esas ingobernabilidades, por lo que llegan los populistas como (el mandatario salvadoreño Nayib) Bukele. Él pasa por encima de todo, como los tanques en un bosque”.
Ese es el otro fenómeno de esta crisis de gobernabilidad, la aparición de figuras denominadas “outsiders” como Bukele, Abinader, Bolsonaro o el humorista guatemalteco Jimmy Morales, que se hicieron con el poder, o aquellos que lo buscan y cosechan simpatías, como los economistas Javier Milei en Argentina y Franco Parisi en Chile, el exmilitar Guido Manini Ríos en Uruguay o el empresario Rodolfo Hernández en Colombia, quien incluso accedió al balotaje, dejando fuera al candidato oficialista.
Lagos cree que “los Gobiernos no saben cómo hacer para solucionar los problemas” y que “eso nos puede llevar a una década de “búsqueda” a cualquier precio”.
“Populismo es un precio, el otro es autocracia”, se responde, “es lo que espera a esta región a menos que los gobernantes avancen en desmantelar las desigualdades”, el eterno problema de un continente agotado y que ya no sabe a quién votar. (Sputnik)