Peces de mal agüero y otras supersticiones sísmicas

Por su forma larga y aplanada los antiguos marineros pensaban que se trataban de enormes serpientes del océano, y por alguna razón comenzó a arraigarse el criterio de que cuando salían de las profundidades era inminente un maremoto.

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San Salvador, 25 jun (Sputnik).- Nadie sabía a ciencia cierta cuándo temblaría, pero el sismo que recién estremeció México era esperado por algunos desde hace días, exactamente desde que un inquietante “pez remo” emergió en aguas de la isla de Cozumel, en el Caribe, como un feo heraldo de desgracias telúricas.

Mucho antes de que las sirenas del Sistema de Alerta Sísmico Mexicano se activaran por el exabrupto en las entrañas de Oaxaca (sur), la aparición de esta especie le puso los pelos de punta a más de uno, porque históricamente ha sido asociada a maremotos y cataclismos.

“Aquí estamos acostumbrados a los terremotos, y puede decirse que tenemos una cultura para responder, pero igual hay mucha gente supersticiosa que presta atención a este tipo de augurios”, comentó a Sputnik el periodista e investigador mexicano Bruno Lemonnier, quien cursa una maestría en Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana (UNAM) de su país.

Como miembro del Laboratorio de Periodismo de Ciencia, espacio físico y virtual para la investigación y narrativa periodística enfocado en información científica, políticas públicas e intereses ciudadanos, a Lemonnier le interesan más las certezas que las supersticiones, pero no deja de parecerle una curiosa coincidencia que el pez remo asomara su larga figura, y viniera luego el terremoto.

“No sé, quizás esos peces tengan una especie de sensor”, comentó el comunicador, a quien no deja de llamarle la atención que la gente, por mucha cultura sísmica que tenga, siempre se encomiende a un amparo divino cuando la tierra se remece.

Un “pez remo” fue encontrado en Cozumel el pasado 11 de junio. Fue solo uno, y estaba herido, pero fue suficiente para que de inmediato comenzara la especulación entre algunos habitantes locales, aunque la leyenda negra en torno a esta especie viene de muy lejos.

UN PEZ DE MAL AGÜERO

Según el folclore japonés, el pez remo (Regalescus glesne) es un “ryugu no tsukai” o “mensajero del Palacio del Dios del Mar”, que rara vez trae buenas noticias.

También conocido como el “rey de los arenques”, esta especie llega a medir hasta 11 metros de largo y a pesar más de 200 kilogramos. Se alimenta de plancton y a veces de su propia cola, y su carne gelatinosa no es comestible.

Por su forma larga y aplanada los antiguos marineros pensaban que se trataban de enormes serpientes del océano, y por alguna razón comenzó a arraigarse el criterio de que cuando salían de las profundidades era inminente un maremoto.

En un reportaje publicado por el diario Japan Times, el sismólogo nipón Kiyoshi Wadatsumi estimó que quizás la creencia popular no era tan descabellada, pues los peces de aguas profundas suelen ser más sensibles al movimiento de fallas activas.

Sin embargo, la realidad es que estos peces emergen empujados por tormentas o corrientes fuertes, o cuando están heridos o a punto de morir, como ocurrió con el ejemplar recién descubierto en las aguas de Cozumel.

OTRAS SUPERSTICIONES SÍSMICAS

La confluencia de placas tectónicas, el paso del llamado Cinturón de Fuego del Pacífico y la profusión de volcanes hace de Mesoamérica una zona pródiga en sismos, pero también de mitos y leyendas inspiradas en las sacudidas.

Es tal la frecuencia de temblores y enjambres sísmicos en esta región, que muchos ni siquiera se inmutan, entre otras razones porque cuando sobreviene el temblor no hay mucho que pueda hacer… salvo persignarse.

Por ejemplo, existe la creencia de que muchos sismos leves inhiben un gran terremoto, como si la tierra liberara su exceso de energía, o que un “cambio de tiempo” es preámbulo seguro de temblor.

Lo cierto es que ni animales ni oráculos pueden predecir cuándo ocurrirá un terremoto, ni cuán devastador será, por eso lo más sensato en los países con alta actividad sísmica es estar alerta, tener a mano un kit de supervivencia y nunca dormir en paños menores… por si hay que salir corriendo en plena noche. (Sputnik).