Santiago, 23 jul (Sputnik).- El luchador Yasmani Acosta llega a los Juegos Olímpicos de París 2024 con el sueño de ganar una medalla al máximo nivel para Chile, el país donde recaló hace casi una década en busca de oportunidades que se le hacían esquivas en su natal Cuba.
En febrero pasado, Acosta aseguró su segundo boleto consecutivo a unos Juegos Olímpicos al consagrarse campeón en su categoría (130 kilogramos) en el torneo clasificatorio de Acapulco, México, y en la capital francesa buscará su primera medalla olímpica representando a Chile, país donde reside desde 2015, y del cual es ciudadano desde 2018.
La historia del gladiador de 36 años es dramática, pero también un ejemplo de sacrificio y perseverancia en pos de un sueño, en su caso, competir en la magna cita del deporte mundial.
Acosta ganó múltiples campeonatos para Cuba durante sus primeros años de carrera, pero nunca llegó a los Juegos Olímpicos, pues el único cupo para su país siempre era para el legendario Mijaín López, quien busca en Paris su quinta corona en igual cantidad de lides, una proeza sin precedentes.
Ante la frustración, Acosta se planteó migrar y resolvió que el Campeonato Panamericano Santiago 2015 era la ocasión perfecta.
Entre lágrimas y abrazos se despidió de su madre y de su hermano camino al Aeropuerto Internacional José Martí, a sabiendas de que abandonar una delegación oficial en el extranjero le costaría una prohibición de volver a su país durante 8 años, pero igual abordó el avión rumbo a Sudamérica junto a sus compañeros.
En varias entrevistas posteriores confesó que llegó a bajar 20 kilogramos por la tristeza que le significó la situación, sumado a los nervios y la preocupación de que algo saliera mal. En Santiago contactó a un conocido de antiguos torneos, el luchador chileno Andrés Ayub, quien lo ayudó en su plan.
Así, el día en que la delegación debía volver a la isla, Ayub recogió a Acosta en el hotel y se lo llevó a un motel en el centro de la capital, donde el fornido luchador se convirtió, sin documentos ni trámites oficiales, en uno de los 16.000 cubanos que residen en Chile.
DULCE Y AGRAZ
Los inicios de Acosta en Chile fueron desafiantes: durante los primeros años no pudo participar en competencias internacionales, pues necesitaba un permiso especial que Cuba no emitió, y tuvo que trabajar como guardia de seguridad en una empresa para subsistir.
El luchador se mantuvo dos años sin entrenamiento profesional hasta 2017, cuando el Comité Olímpico de Chile realizó las gestiones correspondientes para que Acosta pudiera, finalmente, competir usando la bandera chilena.
A pesar del largo receso, el cubano de nacimiento volvió con todo al tapiz y representando a Chile consiguió cuatro medallas de oro en torneos internacionales, incluido el tercer puesto en el Campeonato Mundial de Francia 2017.
En 2021 cumplió su sueño de competir en unos Juegos Olímpicos, y en Tokio quedó con el cuarto lugar en su división.
Ahora es uno de los 48 integrantes de la delegación chilena que viajará a París esta semana para participar en la trigésima tercera edición del certamen internacional, y destaca entre los favoritos para hacer podio, en virtud del rendimiento mostrado en las últimas competiciones.
De conseguirlo, Chile engrosaría su cosecha histórica en Juegos Olímpicos, un medallero de 14 preseas que no crece desde Pekín 2008. (Sputnik)
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