No se puede empezar a comentar y analizar el partido de Chile y Tailandia sin partir por un sentimiento de pena. No sólo porque el 2-0 final a favor de La Roja Femenina no alcanzó para clasificar a la segunda fase del torneo, sino que porque -tras la montaña rusa de emociones y nervios de la tarde vivida en Rennes- es inevitable recordar a este plantel de guerreras luchando, con ganas, con esfuerzo y un espíritu inquebrantable durante los tres partidos en su primer mundial de la categoría.
Aunque el último recuerdo en la transmisión televisiva haya sido ver los rostros de las chilenas llorando desconsoladas al no alcanzar el objetivo y a la capitana Christiane Endler consolando a sus compañeras, este grupo de mujeres se ganó el respeto de todos e hizo en la cancha más de lo que muchos esperaban.
Se plantaron con energía y personalidad ante dos de los equipos más potentes del mundo como Suecia y Estados Unidos, se llenaron de elogios de sus rivales por su entrega y garra. Y aunque salieron derrotadas en esas dos primeras jornadas, llegaron a la última fecha con una posibilidad real de seguir avanzando etapas.
Y en la última estación, La Roja Femenina, con sus virtudes y carencias, sabiendo que dependía de sí misma, salió a jugarse la vida frente a Tailandia, con la presión de ganar y por diferencia de tres goles.
Si no se alcanzó por los nervios para enlazar jugadas de riesgo ante rival claramente inferior; si fue por esos remates en los palos que llevan a pensar en “la mala suerte” como un factor; si la explicación es ese penal perdido en el momento clave (como nos acordamos de ti, Carlos Caszely) que daba la diferencia buscada en el marcador…
Lo que hubiera sido, ya está en los libros de historia. Los mismos que dirán que en su primera participación en un mundial adulto, La Roja Femenina consiguió su primer triunfo, enfrentó dignamente a dos superpotencias, consagró a su capitana y arquera Christiane Endler como una de las mejores del mundo en su puesto y mostró un plantel lleno de jugadoras dispuestas a dar la vida por la camiseta.
Quizás para los resultadistas no baste todo eso. Sin embargo, en estos días y gracias a ese plantel de guerreras, por primera vez se habló en serio de las mujeres jugando fútbol en los medios y en el café conversado de la mañana, se prendieron televisores en horas de clases y oficina para sufrir como se merece una Copa del Mundo. Se escribieron muchas páginas de análisis, y lo más potente, podemos hablar de la Tiane, la Jefa, la Cote, la Yanara, la Camila, la Paloma, la Su Helen, la Javiera, la Rosario, la Daniela, la Karen, la Rocío y la Francisca, de todas ellas, con respeto.
Ese quizás es el mayor triunfo de La Roja Femenina tras su paso por Francia. Por eso, aunque las lágrimas en Rennes y la pena sigan en el corazón por un rato, está claro que apenas vuelva a correr la pelota, saldrá el sol y la frente estará muy en alto. Mirando al futuro. Buscando una nueva oportunidad de crecer. La revancha que siempre uno espera.
Johanna Cruyff