
San Joaquín, 8 de mayo de 2025.- En una mezcla de recuerdos personales y cotidianos, relato cómo conocí a Don Luis Vásquez Donaire, un hombre cuya generosidad y oficio dejaron huella en el barrio Franklin y en mi propia vida. Hoy, tras su partida, quiero contar esta historia que une la radio, una óptica y gestos inolvidables.
Una voz desde Franklin y una invitación inesperada
Hace varios años —no sabría precisar cuántos—, cuando trabajaba en la imprenta, solía detenerme en la radio después de mi jornada. Por entonces, no teníamos matinales; solo salíamos en vivo los fines de semana. Siempre he pensado que la radio en directo es el alma de una emisora, lo demás es apenas una máquina con antena.
En uno de esos programas de La vieja vitrola, recibí una llamada desde el barrio Franklin. Era Don Luis, un oyente entusiasta que me invitó a conocer su óptica. Días después llegué a Franklin 1205, donde funcionaba La Casa del Lente. Al presentarnos, conversamos largo sobre tango, autores e intérpretes, y me pidió que mencionara su óptica al aire. Accedí encantado. Lo curioso fue que, en realidad, yo ya lo conocía.
Un encuentro anterior y unos lentes reparados en minutos
Tiempo atrás,a finde de los 90, un domingo, mis lentes se habían dañado. Buscando dónde repararlos, llegué a un quiosco en Franklin que aún estaba abierto. El señor que atendía, ya casi cerrando, me dijo: “Estos cristales ya no dan más; hay que cambiar el marco”. Temí un cobro elevado, pero me ofreció un precio razonable, hizo el cambio en menos de diez minutos y me devolvió unos anteojos como nuevos. Ese pequeño quiosco, casi enfrente del local actual, resultó ser el origen de La Casa del Lente.
Lentes torcidos y un gesto que no pedí
El día que nos conocimos oficialmente, Don Luis me pidió mis lentes, que siempre andaban un poco desalineados. Los puso sobre la vitrina, midió las dioptrías con su máquina y me dijo que me llamaría para ajustarlos. Le insistí que no era necesario, pero él respondió con esa generosidad que lo caracterizaba: “No se preocupe, yo me ocupo.”
Un adiós que deja vacío, pero también memoria
Hoy La Casa del Lente queda huérfana. Don Luis Vásquez Donaire, quien en 1966 comenzó su oficio en Franklin 1120 con la Clínica de Anteojos San Cristóbal, y que en 1997 se trasladó a Franklin 1205, falleció esta mañana. Trabajaba junto a sus hijos, Alicia y Rodrigo Vásquez Figueroa, siempre con una precisión impecable para ajustar cristales y marcos.
Me embarga una profunda tristeza. Don Luis me brindó un cariño especial, que extendió también a mi familia. Siempre estaba dispuesto a ayudar. Me confesó que, si algún oyente no podía costear sus lentes, él se los donaría. Recuerdo haberle enviado al menos tres personas que, sin su ayuda, no habrían podido cambiar sus anteojos.
Hoy despedimos a un hombre de sonrisa amplia y generosa. Tuve el honor de conocerlo, de ver su fuerza y también su fragilidad, pero sobre todo su inmensa bondad. Gracias por todo, Don Luis Vásquez Donaire. “Su legado perdurará en cada mirada clara que ayudó a reparar.”
Jaime Oyaneder Ramírez