Idi Amin Dada fue un militar y político ugandés que gobernó el país desde 1971 hasta 1979, convirtiéndose en uno de los dictadores más brutales y sanguinarios de África.
Durante su gobierno, se cometieron graves violaciones a los derechos humanos, como torturas, desapariciones forzadas y asesinatos en masa.
Idi Amin llegó al poder tras liderar un golpe de estado en 1971 contra el presidente Milton Obote, quien había gobernado Uganda desde su independencia en 1962. Amin se autoproclamó presidente y comenzó una política de represión y violencia contra cualquier persona que se opusiera a su régimen. Se estima que durante su mandato murieron entre 100.000 y 500.000 personas.
Uno de los episodios más conocidos del régimen de Amin fue la expulsión de los ciudadanos asiáticos en 1972, en su mayoría de origen indio, quienes habían llegado a Uganda durante la época colonial británica. Amin les dio un plazo de 90 días para abandonar el país, confiscando sus propiedades y bienes. Se estima que más de 60.000 personas fueron afectadas por esta medida, lo que provocó una crisis económica y social en el país.
Además de la expulsión de los asiáticos, Amin se dedicó a perseguir a cualquier persona que considerara una amenaza para su gobierno, incluyendo a periodistas, líderes políticos, religiosos y miembros de la comunidad LGBT. Muchas de estas personas fueron detenidas y torturadas en campos de concentración, donde se cometieron todo tipo de abusos y vejaciones.
El régimen de Idi Amin también se caracterizó por la corrupción y el nepotismo, ya que Amin nombró a miembros de su familia y allegados en cargos públicos importantes, en detrimento de los profesionales más capacitados. Además, su gobierno fue acusado de violar los derechos humanos de la población Acholi y Lango, considerados enemigos del régimen.
Finalmente, en 1979, Amin fue derrocado por una coalición de fuerzas tanzanas y ugandesas, tras una guerra civil que duró varios meses. Amin huyó del país y se refugió en Arabia Saudita, donde vivió hasta su muerte en 2003. Su régimen dejó un legado de violencia y represión que todavía hoy en día afecta a la sociedad ugandesa.