Descubren que una momia de más de 2.500 años “parecida a un niño” no era humana

Según los científicos, ese tipo de figuras simbolizaba al dios Osiris, responsable de la muerte y el inframundo.

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Imagen ilustrativa. Un sarcófago con una momia humana, Museo de la Ciencia, Londres, Reino Unido. Wikimedia Commons / Wellcome Images

Especialistas de un hospital israelí descubrieron que una momia conservada en el Museo Nacional Marítimo de Haifa era en realidad una figura artificial hecha de barro y grano. El hallazgo fue posible tras someter a la supuesta momia a una tomografía computerizada.

El objeto, de cerca de un metro de altura, data de la primera mitad del primer milenio antes de nuestra era. Ya fue analizado a principios de julio junto con otra momia de un ave que fue identificada como un halcón. En cuanto a la primera momia, entonces los investigadores señalaron que había proporcionado “resultados inciertos” y se necesitarían “examinaciones adicionales” para determinar qué era.

Finalmente, los científicos concluyeron que lo que, según Marcia Javitt, del Hospital Rambam, “parecía un niño pequeño” es en realidad una simulación de momia hecha de grano y barro.

Según Ron Hillel, de Museos de Haifa, se trata de un tipo específico de objeto sagrado del antiguo Egipto.

“Es lo que se conoce como ‘momia de grano’ o como ‘momia de trigo’. Contienen barro y grano, y fueron moldeadas como momias, de ahí el nombre”, cita Daily Mail al investigador. Hillel agrega que esas figuras “simbolizaban al dios Osiris”, responsable de la muerte y el inframundo.

Aunque la procedencia de la figura es incierta, Hillel opina que, junto con el halcón momificado, estaba colocada en un tumba, quizás incluso en la de un faraón.

“En el antiguo Egipto, cuando se creaba una tumba para un ser humano, colocaban dentro ciertos objetos, e incluso ciertos animales, con los restos momificados. […] Los antiguos egipcios momificaban numerosos animales: pájaros, gatos, cocodrilos, peces y muchos otros. Su momificación servía para muchos propósitos, como ofrendas votivas, comida para la vida póstuma y como protección en el más allá”, explica Hillel.