Cómo se vive en Irán 40 años después de la revolución Islámica

A mediados del siglo XX, el país persa era el más avanzado de Oriente Medio, pero el 11 de febrero de 1979 nació en su lugar la República Islámica de Irán. Sputnik explica los cambios que trajo consigo la Revolución Islámica y por qué los iraníes consideran que la enemistad de EEUU es una venganza por lo ocurrido hace 40 años.

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El París de Oriente Medio

Antes de los acontecimientos que cambiaron para siempre el rumbo histórico del país persa, Irán combinaba el colorido oriental con las comodidades de la civilización europea. De hecho, a Teherán se la comparaba con ciudades del Viejo Continente como París, Londres y Madrid.

Portada de la revista iraní Jandaniha, que se publicó entre 1940 y 1979. 
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Portada de la revista iraní Jandaniha, que se publicó entre 1940 y 1979. 

Una de las razones de la popularidad de la capital iraní era que marchaba al compás de los tiempos. Antes de la revolución, estaban disponibles allí las últimas novedades de la industria editorial y se escuchaban los ‘hits’ musicales más rompedores. También llegaban los estrenos más recientes de películas y obras teatrales.
Es difícil imaginar hoy en día a una mujer iraní que no luzca el clásico hiyab, pero hace cuatro décadas era algo completamente normal. Es más, las mujeres persas eran las más emancipadas de todo Oriente Medio.
Estudiantes de la Universidad de Teherán, en un parque (1971).  Public Domain

Estudiantes de la Universidad de Teherán, en un parque (1971). 

Estaban de moda los vestidos europeos, las minifaldas, pantalones e incluso bañadores abiertos. Las mujeres lucían libremente estos atuendos en lugares públicos, como playas, discotecas y restaurantes.
Portada del semanario Ettelaat, que abre con el siguiente titular: Forouzan y la última moda: ¿la aprobará la gente de Teherán?
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Portada del semanario Ettelaat, que abre con el siguiente titular: Forouzan y la última moda: ¿la aprobará la gente de Teherán?

De hecho, la costumbre islámica de cubrirse la cara frente a los demás era considerada un mal modelo y un anacronismo que ya formaba parte de la historia más oscura. Además, era algo habitual ver a una chica de Teherán tomando una copa de vino y fumándose un cigarrillo en compañía de un hombre.

Mientras tanto…

Irán adoptó una postura prooccidental a mediados del siglo XX, cuando el joven sha, Mohammad Reza Pahlaví, tomó las riendas del país. Reza Pahlaví consideraba que el progreso no era posible sin la modernización, una reforma que era vista con buenos ojos por el Reino Unido y EEUU.
El sha de Persia, Reza Pahlaví, en el aeropuerto de Teherán junto a su esposa. 
© AP Photo

El sha de Persia, Reza Pahlaví, en el aeropuerto de Teherán junto a su esposa. 

No obstante, no era el progreso lo que buscaban Londres y Washington, sino el petróleo y el gas. Y fue precisamente por esta razón que entablaron relaciones amistosas con el sha.
A medida que subían los precios del crudo, aumentaban las inversiones extranjeras en la economía de Irán. Al final, Pahlaví acabó cediendo por completo la extracción de hidrocarburos a los Estados occidentales, fortaleciendo aún más su lealtad hacia la monarquía iraní.
El sha, Reza Pahlaví, junto al presidente de EEUU, Richard Nixon, en la Casa Blanca. 
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El sha, Reza Pahlaví, junto al presidente de EEUU, Richard Nixon, en la Casa Blanca. 

También se vio fortalecida la dependencia política mutua, ya que el apoyo de EEUU ayudó al sha a enriquecerse y apretar más aún las tuercas represivas en su país.
Puede ser difícil de creer hoy en día, pero, tras la fundación de Israel en 1948, Teherán fue el único de la región en establecer relaciones diplomáticas con Tel-Aviv. Un socio tan importante en la región era de vital importancia para EEUU.
“El sha se fue, vino el imán”

Mientras la capital de Irán disfrutaba de los últimos avances mundiales, el resto del país vivía en consonancia con costumbres islámicas centenarias. Entre la pobreza y la falta de perspectivas de futuro que se experimentaban fuera de las ciudades grandes de Irán, la única esperanza de la población era la justicia prometida por el Islam.

Un pueblo de Irán.
© AP Photo / Vahid Salemi

Un pueblo de Irán.

La población de estas regiones consideraba que era imprescindible obedecer a lo escrito en el Corán y que los detractores de la ley islámica, como el sha Pahlaví, serían castigados.
El primero en intentar cambiar el rumbo prooccidental de Irán fue el primer ministro Mohammad Mosaddeq, democráticamente elegido en 1952. Mosaddeq comenzó nacionalizando las compañías petrolíferas y rompiendo relaciones diplomáticas con los británicos.
Una manifestación frente al palacio de Teherán donde residía el sha, Reza Pahlaví (1979). 
© AP Photo / Aristotle Saris

Una manifestación frente al palacio de Teherán donde residía el sha, Reza Pahlaví (1979). 

También llamó al sha Pahlaví para que este renunciara al poder, pero EEUU se lanzó en defensa de su aliado y derrocó por la fuerza al primer ministro. Así, todo el poder volvió a manos del sha, aunque las protestas no hicieron más que aumentar.
A ojos del pueblo iraní, la autoridad incuestionable le pertenecía al imán Ruhollah Jomeini, que en 1962 encabezó las manifestaciones contra las llamadas Reformas Blancas del sha.
Niños iraníes sostienen el retrato del ayatolá Jomeini y se manifiestan frente a la Embajada de EEUU en Teherán (1979). 
© AP Photo

Niños iraníes sostienen el retrato del ayatolá Jomeini y se manifiestan frente a la Embajada de EEUU en Teherán (1979). 

Las reformas acabaron teniendo luz verde. El propio Jomeini fue detenido y se exilió en Francia. Pese a ello, el imán continuó su oposición a Pahlaví incluso desde el extranjero.
Las protestas nacionales se vieron amplificadas después de que una manifestación antigubernamental fuera violentamente reprimida en enero de 1979. A lo largo del año, las protestas no dejaron de emerger en distintas ciudades del país.
Una manifestación contra el Gobierno en las calles de la capital iraní (5 de noviembre de 1978). 
© AP Photo / Aristotle Saris

Una manifestación contra el Gobierno en las calles de la capital iraní (5 de noviembre de 1978). 

El principio del fin llegó tras el incendio en el Cinema Rex en verano de 1978, donde murieron más de 400 personas. Se extendió el rumor de que los responsables del incendio premeditado eran agentes de la Policía secreta del sha, conocida como Savak.

Al final, Pahlaví sucumbió a la presión, abandonó el país y ya nunca volvió a pisar suelo persa. En su lugar volvió Ruhollah Jomeini, que ya hacía tiempo había recibido el segundo título más alto del clero chií: ayatolá.

Los iraníes dan la bienvenida al ayatolá Jomeini en Teherán (2 de febrero de 1979). 
© AFP 2018

Los iraníes dan la bienvenida al ayatolá Jomeini en Teherán (2 de febrero de 1979). 

En el aeropuerto, Jomeini fue recibido como un héroe nacional mientras los presentes gritaban: “El sha se fue, vino el imán”. Aun así, todavía quedaban fieles al régimen de Pahlaví, que lucharon contra los ‘jomeinistas’ durante 10 días.
Decenas de manifestantes montan en un camión militar en la capital de Irán (17 de enero de 1979). 
© AP Photo / Saris

Decenas de manifestantes montan en un camión militar en la capital de Irán (17 de enero de 1979). 

El resultado de la lucha se definió cuando los militares se pusieron del lado de los revolucionarios. El 11 de febrero de 1979, el poder de la monarquía fue abolido oficialmente, transfiriendo el poder al ayatolá. A partir de ese momento, el país pasó a ser la República Islámica de Irán.

Mismo país, diferentes reglas

Poco después fue aprobada una nueva constitución, que dejaba el poder en manos del líder espiritual. Instituciones y elementos democráticos, como el Parlamento, la Presidencia y las elecciones nacionales se mantuvieron.
Reanudación de vuelos comerciales en el aeropuerto de Teherán (13 de noviembre de 1978). 
© AP Photo / Ive

Reanudación de vuelos comerciales en el aeropuerto de Teherán (13 de noviembre de 1978). 

Un año más tarde, Jomeini emitió un decreto sobre la revolución cultural islámica, que dio lugar a considerables cambios sociales. Según el documento, todos los ciudadanos volvieron a las leyes del Islam. Además, el castigo debía cernirse sobre quienes se opusieran.

Las primeras en sentir el cambio en sus carnes fueron las mujeres, que salieron en varias marchas de protesta para defender su derecho a vestirse de la manera que quisieran. Una violenta turba de conservadores islámicos las obligó a someterse a las leyes o huir del país.

Las mujeres iraníes protestan en las calles de Teherán contra el uso obligatorio del hiyab (5 de julio de 1980).  
© AFP 2018 / EPU FILES

Las mujeres iraníes protestan en las calles de Teherán contra el uso obligatorio del hiyab (5 de julio de 1980).  

Un caso doloroso fue el de la que había sido ministra de Educación en el Gobierno del sha, Farrokh-Rou Parsa. Su negativa a cubrirse la cabeza con un pañuelo le costó la vida: fue condenada a muerte.
 Farrokh-Rou Parsa.

Farrokh-Rou Parsa.

“En algunas sociedades las mujeres pueden disfrutar de las mismas cosas que los hombres, pero no en el caso de Irán. Estamos construyendo otra sociedad. Nadie está en contra de la actividad profesional de las mujeres, pero deben vestirse decentemente, tal y como demanda nuestra religión”, dijo el ayatolá Jomeini a los periodistas europeos en una entrevista sobre la revolución cultural islámica.
También fueron prohibidos los anticonceptivos, lo cual condujo a un brusco aumento de la natalidad. A las familias que se vieron incapaces de mantener a más de tres hijos se les ofrecía la esterilización.
Después de la revolución se implementó una educación segregada para niños y niñas. La nueva asignatura principal fue el Islam. 
© Sputnik / R. Mangasaryan

Después de la revolución se implementó una educación segregada para niños y niñas. La nueva asignatura principal fue el Islam. 

El nuevo rumbo cultural cambió por completo el paisaje social de Irán. Ahora los niños y las niñas iban a escuelas separadas, si bien había un nexo común: la principal asignatura era el Islam.
Además, fueron prohibidas las películas y la música occidental. La religión se convirtió en el tema principal de la televisión y cinco veces al día todo el país se sumergía en la oración.
Una protesta pacífica de mujeres abogadas en el Ministerio de Justicia de Irán (14 de junio 1979). 
© AP Photo / Mohammad Sayad

Una protesta pacífica de mujeres abogadas en el Ministerio de Justicia de Irán (14 de junio 1979). 

Se prohibió el consumo de alcohol y los medios de comunicación fueron controlados. Al mismo tiempo, se permitió la poligamia para los hombres. En el transcurso de los cinco años que siguieron a la revolución, fueron ejecutados 40.000 ‘enemigos de Alá’.
Amigos ayer, enemigos hoy

La lucha contra la influencia de EEUU fue el pegamento esencial de la revolución, pero en un principio, Washington no le dio la debida importancia. Los estadounidenses creían que sería posible entablar relaciones con el régimen del ayatolá, pero no resultó así.

Pintada contra la discriminación en EEUU y contra el Gobierno de Ronald Reagan a la entrada de la Embajada de EEUU en Teherán. 
© AP Photo

Pintada contra la discriminación en EEUU y contra el Gobierno de Ronald Reagan a la entrada de la Embajada de EEUU en Teherán. 

Los iraníes consideran hoy en día que la enemistad estadounidense y las continuas sanciones impuestas contra el país persa se pueden explicar a través de los acontecimientos que tuvieron lugar hace 40 años.
Están convencidos de que la revolución en Irán fue una humillación nacional para EEUU. Primero los revolucionarios exigieron a EEUU que el sha huido fuera devuelto a Irán, pero Washington se negó, aduciendo que padecía un cáncer incurable.
Un soldado iraní, durante las manifestaciones en la ciudad de Isfahán (1979). 
© AP Photo / Michel Lipchitz

Un soldado iraní, durante las manifestaciones en la ciudad de Isfahán (1979). 

En respuesta a la negativa estadounidense, una muchedumbre enfurecida asaltó la Embajada del país en noviembre de 1979. Los 66 rehenes capturados en la Embajada de EEUU estuvieron retenidos durante más de un año y la operación para salvarlos fracasó.
Este hecho desembocó en la rotura de relaciones diplomáticas entre los dos países. Teherán sigue convencido de que la actual presión ejercida por EEUU no es más que la venganza de la Casa Blanca por los acontecimientos acaecidos aquellos días… servida en plato frío.