Una computadora puede envejecer en dos sentidos: el funcional y el técnico. En cada de los casos el consumidor tiene varias opciones para decidir el futuro destino de su dispositivo, cuenta a la agencia Prime el jefe del Departamento de IT del desarrollador de software Reksoft, Evgeny Chertok.
“La obsolescencia moral, o en otras palabras, funcional es una cuestión tanto de imagen como tecnológica. Es decir, el dispositivo puede seguir siendo plenamente funcional, pero no es un placer trabajar con él”, explica el experto.
En caso de que la computadora vieja se apague y se niegue a prender, es muy probable que haya llegado a su fin y necesite ser reemplazada. Para ganar algo de ella, se puede llevar a un taller donde la examinarán y le sacarán los componentes que aún siguen funcionales para utilizarlos en la reparación de otros modelos de este tipo, aconseja Chertok.