Santiago, 20 may (Sputnik).- La jornada del miércoles 19 de mayo fue una montaña rusa de emociones para los partidos de izquierda y los de centroizquierda en Chile. Un día marcado de compañerismo, traición, fuego amigo y muchos candidatos presidenciales declinando sus postulaciones.
A modo de resumen: cuando comenzó el miércoles, el sector opositor tenía siete cartas presidenciales listas para inscribirse al proceso de primarias presidenciales del 18 de julio. Cuando terminó la jornada, sólo quedaban tres.
En orden cronológico, el extraño escenario se comenzó a fraguar la noche del domingo, tras las megaelecciones del pasado fin de semana de alcaldes, concejales, gobernadores y constituyentes. En estos comicios, el Partido Comunista y el bloque de partidos Frente Amplio, ambos de izquierda, obtuvieron sorprendentes buenos resultados. Algo que ninguna encuesta vaticinó.
Esto dejó a la izquierda en un excelente lugar para posicionar a sus candidatos ante la elección presidencial de noviembre, y muchos en la centroizquierda comenzaron un coqueteo para ver qué tan factible era meter a sus propios candidatos en la primaria que ya venían preparando comunistas y frenteamplistas.
“El Partido Socialista debe cambar su política de alianzas y fijar su domicilio en la izquierda, el pueblo de Chile habló claro en las elecciones”, tuiteó sin rodeos la diputada de la tienda de centroizquierda, Maya Fernández, nieta de la mayor figura del socialismo nacional, el expresidente Salvador Allende (1973-1990).
Ese tuit fue escrito a las 7:27 de la mañana del miércoles 19 de mayo, a sólo 14 horas de que terminara el plazo para inscribir los pactos para las primarias ante el Servicio Electoral. Entonces empezó la debacle.
LA DEBACLE
Hasta antes del miércoles, el escenario era el siguiente: por la izquierda, competirían en primarias para llevar un candidato único el alcalde de Recoleta (zona norte de Santiago), Daniel Jadue, del Partido Comunista, y el abanderado del Frente Amplio, el diputado Gabriel Boric.
Por la centroizquierda, buscaban dirimir un candidato entre la senadora Ximena Rincón, del Partido Demócrata Cristiano; el excanciller Heraldo Muñoz, del Partido por la Democracia; el presidente del Partido Radical, Carlos Maldonado; el diputado Pablo Vidal, del partido Nuevo Trato y la abanderada del Partido Socialista, Paula Narváez.
Con el acercamiento del socialismo a la izquierda, la primera damnificada del miércoles fue la senadora Rincón. Al ser la candidata representante del sector más conservador del grupo, su postura quedó debilitada y depuso su carrera.
Muñoz y Vidal comunicaron en conjunto el fin de sus postulaciones y entregaron su apoyo a Narváez y todos juntos fueron a reunirse con Jadue y Boric en lo que para muchos, era el comienzo de una nueva etapa. Luego de 30 años de alianza, el socialismo abandonaría el alero conservador de la democracia cristiana y se uniría a la denominada “izquierda neoliberal”.
Pero la fantasía duró poco. Dos horas, o quizás menos. Cuando Narváez llegó con Muñoz, Vidal y sus nuevos amigos a la fiesta de los izquierdistas para inscribir una candidatura en conjunto, varios líderes del Frente Amplio y del Partido Comunista detuvieron la música, miraron a los acompañantes de la socialista y preguntaron “¿Quién los invitó a ellos?”.
EL VETO Y EL FIN
Nadie entendió mucho. Durante la tarde del miércoles, muchos esperaban que izquierdistas y centroizquierdistas salieran de la oficina del Servicio Electoral con abrazos, sonrisas en el rostro y anunciando la inscripción a primarias, pero nunca pasó.
Todo fue confusión hasta que Jadue dio una conferencia de prensa y explicó: “nosotros invitamos de manera honesta y transparente al Partido Socialista, pero ese pacto no puede incorporar a quienes antes no querían ir con nosotros a ninguna parte”, sentenció, haciendo alusión principalmente al Partido por la Democracia.
Y claro, si bien la izquierda estaba llana a aceptar a Narváez en su primaria, nadie calculó que otros partidos se unirían. Ese escenario no había sido medido y rápidamente, en solo dos horas, el pacto se cayó.
“Nos vetaron del pacto. Ellos deben explicar por qué hablan de unidad y no la practican. Con qué derecho vetan a fuerzas democráticas cuyo único interés es trabajar por Chile en un proceso transparente como una primaria legal”, afirmó Narváez, rompiendo un romance que nació y murió ahí mismo.
De ahí en adelante, todo se enredó. La izquierda se negó al pacto. El socialismo, cual novio despechado, tomo el teléfono y llamó a su ex, la democracia cristiana, para ver qué tan disponibles estaban para volver a armar una primaria a solo cinco horas de que se cumpliera el plazo del Servicio Electoral. “No”, fue la respuesta.
Ya de noche, e incumpliendo el toque de queda (22:00 horas), el Frente Amplio y el Partido Comunista inscribieron a sus dos candidatos para la primaria de julio, y dejaron un espacio en blanco en la hoja por si los socialistas querían firmar.
Los socialistas llegaron aún más tarde, pero antes de las 24:00, aún a tiempo para firmar una primaria con Carlos Maldonado, el presidente del Partido Radical que pocos recordaban que aún estaba disponible para inscribir una primaria, Maldonado pasó, literalmente, todo el día esperando en la oficina del Servicio Electoral que alguien se inscribiera para competir con él.
Finalmente, a solo minutos de cumplirse el plazo (23:15), el Partido Socialista decidió no “improvisar”, no inscribirse ni con Maldonado ni con nadie y esperar a ver qué pasaba a futuro.
Resumen final: la izquierda competirá el 18 de julio con Boric y Jadue, e irán con un candidato único a las elecciones presidenciales del 21 de noviembre. El Partido Radical llevará directamente a Maldonado y lo mismo harán los socialistas con Narváez. Es decir, este jueves el progresismo despertó con un plan no muy distinto al que tenía cuando se fue a dormir la noche del martes, siendo el miércoles un sueño que varios les costará olvidar.
El 18 de julio habrá primarias en el bloque de izquierda y también, otra elección entre los cuatro candidatos del oficialismo. (Sputnik)
Francisco Bravo Atias