Montevideo (Mesa Américas), 26 dic (Sputnik).- En 2020 los seres humanos estuvieron confinados casi todo el año debido a la pandemia, pero eso no impidió que siguieran su búsqueda de vecinos en el espacio.
La NASA lanzó su quinto robot hacia Marte, llamado Perseverance, que llegará en febrero a la superficie del planeta rojo, con materiales que formarán parte de un traje espacial y que serán probados a bordo del rover a través de un instrumento llamado SHERLOC, un espectrómetro Raman ultravioleta.
También realizará otros experimentos, como usar rayos X para buscar fósiles e intentar demostrar que convertir dióxido de carbono marciano en oxígeno es posible.
Tras recorrer los 55 millones de kilómetros que separan la Tierra de Marte, en febrero también llegará al planeta la primera misión china Preguntas al Cielo, que consta de un orbitador, un módulo para aterrizar y un robot que analizará el suelo marciano.
Poco antes habrá alcanzado la órbita de Marte una sonda lanzada en julio por Emiratos Árabes Unidos para estudiar su atmósfera.
En el planeta en el que se inspiró el autor estadounidense Ray Bradbury (1920-2012) para escribir su clásico ‘Crónicas Marcianas’ (1950) ya hay ocho naves, en el suelo u orbitando, de EEUU, Europa e India.
La misión conjunta de la Unión Europea y Rusia, ExoMars, cuyo lanzamiento estaba previsto para este año, deberá esperar hasta 2022, debido a la pandemia de covid-19.
Los humanos también están planeando misiones tripuladas a Marte para mediados de la década, pese a que aún ni siquiera volvieron a la Luna.
Regresar al satélite terrestre está entre los objetivos para la mitad de la década, al igual que construir una estación espacial que la orbite.
La compañía Blue Origin, del magnate Jeff Bezos, se propone llevar en 2024 a la primera mujer y al próximo hombre a la Luna con su motor BE-7 que construye para la NASA.
A la Luna también fue China con una sonda llamada Chang’e-5, que partió el 23 de noviembre de la Tierra, alunizó el 1 de diciembre y días después transfirió rocas del satélite terrestre a un orbitador que volverá a nuestro planeta con las muestras, las primeras desde la década de 1970, a mediados de este mes.
Y en un segundo éxito para Japón, la misión Hayabusa-2, de la Agencia Aeroespacial nipona, volvió el sábado 5 de diciembre con muestras del asteoride Ryugu, que se encuentra a unos 300 millones de kilómetros de la Tierra.
Es la segunda vez que una misión japonesa regresa a la Tierra con muestras de asteroides, hasta ahora el único país que ha logrado concluir el viaje con éxito.
¿ES UN METEORITO?
En 2020 se cumplieron los 20 años de la Estación Espacial Internacional (EEI), un esfuerzo conjunto de miles de millones de dólares que orbita la Tierra a 400 kilómetros de distancia.
A la estación llegaron en mayo los dos primeros astronautas a bordo de una nave privada, de la compañía SpaceX, en el retorno de EEUU al espacio con misiones lanzadas desde su territorio desde que el programa de transbordadores terminó hace nueve años.
El lanzamiento abrió el camino para otros viajes comerciales privados en 2021, dijeron las autoridades.
Otro hito cercano a la Tierra tuvo lugar en la Luna. Un equipo de científicos halló que el satélite terrestre contiene moléculas de agua dentro de minerales en la superficie iluminada y tal vez en los lugares sin luz. El Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja (SOFIA por su sigla en inglés) confirmó el descubrimiento en el cráter Clavius, uno de los más visibles desde la Tierra.
En Marte también hay agua, según la sonda Mars Express de la Agencia Espacial Europea. La nave descubrió varios cuerpos de agua líquida enterrados 1,5 kilómetros bajo el hielo de la región polar del sur del planeta.
Ceres, el objeto más grande en el cinturón de asteroide entre Marte y Júpiter, tiene una gran reserva de agua salada bajo su superficie helada, de acuerdo a los datos recogidos en 2018 por la sonda Dawn, de la NASA, al sobrevolar el planeta enano, y publicados este año en una revista especializada.
El agua o sus componentes son un elemento clave para la vida, y hallar rastros o reservas congeladas significaría que el cuerpo celeste puede albergar vida.
En septiembre hubo un atisbo de esperanza cuando científicos de EEUU y el Reino Unido detectaron fosfina en la atmósfera de Venus, un indicador de posible vida en el cuerpo celeste, que por su cercanía al Sol parece inhabitable.
La fosfina es un gas incoloro y venenoso que en la Tierra se produce por microorganismos libres de oxígeno.
Las moléculas fueron detectadas por el telescopio ALMA, el mayor proyecto astronómico del mundo entre Europa, EEUU y Asia, en el desierto chileno de Atacama.
El telescopio también reveló una distante galaxia similar a la Vía Láctea y que parece un anillo en el cielo; es tan lejana que su luz demoró 12.000 millones de años en llegar a la Tierra, por lo que los científicos pueden verla como era cuando el Universo tenía 1.400 millones de años.
Utilizando el telescopio VLT (telescopio muy grande), también del proyecto en Chile, el Observatorio Europeo Austral (ESO) halló un exoplaneta donde llueve hierro y una estrella joven y similar al Sol, acompañada de dos gigantescos exoplanetas, una imagen extremadamente inusual ya que estos sistemas usualmente tienen solo un exoplaneta orbitando la estrella principal.
En septiembre hubo otro descubrimiento que sorprendió a los astrónomos que buscaban asteroides cercanos a la tierra a través de un telescopio de la NASA en Maui (Hawái).
El objeto 2020 SO parecía un pequeño asteroide que no representaba peligro para la Tierra pero que generó mucho interés.
Durante semanas, los astrónomos y aficionados especularon sobre su origen extraterrestre. Pero el análisis de su órbita trajo más sorpresas.
El 2020 SO se había acercado varias veces a la Tierra y su órbita era casi igual a la de nuestro planeta, por lo que crecieron las sospechas de que era un objeto creado por el hombre y no originado en el espacio exterior.
Tras semanas de análisis, los científicos concluyeron que el misterioso objeto no era otra cosa que el cohete propulsor de etapa superior Centauro que la NASA lanzó sin éxito a la Luna en 1966. El cohete se creía perdido hasta este año.
El año terminará con un fenómeno que no se veía desde el 1226. Los dos planetas más grandes del Sistema Solar, Júpiter y Saturno, se alinearán el 21 de diciembre de tal manera que parecerán un planeta doble con una cercanía que no ocurría desde la Edad Media. Quien se lo pierda no tendrá otra oportunidad de observarlos tan juntos hasta el 2080. (Sputnik)
Patricia Ávila