
Las sondas Voyager 1 y 2, lanzadas en 1977, han superado ampliamente su misión original de explorar Júpiter y Saturno. Ahora, en el espacio interestelar, enfrentan un nuevo desafío: su fuente de energía se agota.
El 25 de febrero, la NASA desconectó el subsistema de rayos cósmicos de la Voyager 1, que desde 2020 ha permitido estudiar la aceleración de electrones provenientes del Sol. El 24 de marzo, la Voyager 2 apagará su instrumento de partículas cargadas de baja energía.
Ambas sondas dependen de generadores de radioisótopos que producen electricidad a partir del decaimiento del plutonio. Sin embargo, estos pierden alrededor de 4 vatios de potencia por año, lo que obliga a reducir el consumo para mantener operativos los sistemas esenciales.
Los últimos instrumentos en funcionamiento
Desde hace años, la NASA ha ido apagando sistemas secundarios para alargar la vida útil de las sondas. De los 10 instrumentos científicos originales, solo tres seguirán activos en cada Voyager:
- Magnetómetro: mide la intensidad y dirección del campo magnético interestelar.
- Subsistema de ondas de plasma: analiza la densidad y temperatura del plasma en el espacio interestelar.
- Detector de partículas cargadas de baja energía (solo en Voyager 1 hasta finales de 2025).
En la Voyager 2, el subsistema de rayos cósmicos seguirá operando hasta 2026, antes de ser también desactivado.
Mantenimiento y reparaciones en el espacio profundo
A pesar de su antigüedad, la NASA ha logrado mantener la comunicación con las sondas, aunque con dificultades crecientes. En mayo de 2024, la Voyager 1 pasó seis meses sin enviar datos legibles debido a la degradación de su memoria interna, un problema solucionado con una compleja actualización de software.
En septiembre de 2024, los ingenieros lograron encender propulsores secundarios inactivos desde hacía décadas, permitiendo corregir la orientación de la sonda tras una obstrucción en sus motores principales.
Un futuro incierto, pero prometedor
Según Suzanne Dodd, jefa del proyecto Voyager, apagar instrumentos es una medida esencial para evitar un fin prematuro de la misión. Con estos ajustes, la NASA espera que las sondas sigan enviando datos hasta la década de 2030, aunque con capacidades científicas cada vez más limitadas.
Las Voyager han superado todas las expectativas. Su diseño robusto y la gestión eficiente de la NASA han permitido que continúen funcionando mucho más allá de su misión original. Ahora, con cada ajuste, se busca mantenerlas operativas el mayor tiempo posible en su histórica exploración del espacio profundo.
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