Este año, por primera vez, los canales de televisión decidieron no transmitir ninguna de las dos ceremonias religiosas que se realizan en el marco de las celebraciones de Fiestas Patrias. Ni el Te Deum Ecuménico ni el Evangélico aparecieron por las pantallas de TVN, Canal 13, Mega y Chilevisión.
Desde los representantes más conservadores de la derecha arreciaron las críticas, llegando por ejemplo el senador Manuel José Ossandón a calificar lo ocurrido como un “pecado grave”. Junto con ello enfatizó que el Te Deum Ecuménico “es un acto republicano” y que “es nuestra tradición”. Al ex presidenciable se le sumó José Antonio Kast, quien muy en su retórica extremista acusó una supuesta “captura de la izquierda sobre TVN”, esto por la no transmisión de ambas ceremonias religiosas y por el cobro de $5 millones que realizó el canal nacional a las otras estaciones para la emisión de la Parada Militar.
Junto con otros hechos, esto ha abierto una discusión -pareciera todavía en pañales en Chile- en términos de los límites que son tolerables en función de una “tradición”. Como lo que cada año está ocurriendo, por ejemplo, en torno al rodeo. ¿Se debe continuar con una “costumbre” que trae asociado un evidente maltrato animal, cuando además el país avanza en legislaciones que buscan perseguir hasta con cárcel esas acciones?
Fue el Premio Nacional de Historia, Gabriel Salazar, quien justamente en septiembre de 2016 tiró un pelo en la sopa al criticar tanto a la práctica del rodeo como a la celebración de las llamadas “Glorias del Ejército”. Respecto de la defensa de lo primero como algo “identitario”, en entrevista con El Dínamo el investigador asoció el concepto de identidad nacional a la clase dominante y no al pueblo. Este último -dijo- “no tiene símbolos de identidad nacional, tiene costumbres (…) y el rodeo no es una fiesta popular, es fiesta de patrones”. Sobre la Parada Militar, en tanto, señaló irónicamente que “podríamos recordar también las 23 masacres que el Ejército ha hecho en su propio pueblo”, postulando que no se debe seguir “levantando las glorias a un Ejército que hacia adentro se ha comportado como salvaje con los chilenos”.
Una idea que retomó este año el escritor Jorge Baradit, autor de una serie de libros sobre lo que ha llamado la “Historia secreta de Chile”, quien a través de su cuenta de Twitter señaló que “el Ejército de Chile debería pedirle disculpas a su pueblo por la enorme cantidad de veces que lo masacró y lo atacó durante el siglo XX”. “Es imprescindible ese gesto histórico sanador antes de considerarlos ‘el ejército de todos’ y celebrarles sus ‘glorias’”, añadió.
“El pueblo chileno tiene una cultura chauvinista y muy patriota”
No obstante ello y los casos de corrupción que se han conocido al interior del Ejército, objetivamente la Parada Militar es algo que continúa manteniendo un arraigo muy profundo en la ciudadanía. ¿Las razones? Cristián Leporati, director de la Escuela de Publicidad de la UDP, plantea que “el pueblo chileno en general tiene una cultura fuertemente chauvinista y muy patriota, bastante nacionalista, y en ese sentido, más allá de lo que haya pasado en el Ejército con las platas sucias, más allá de toda la contingencia política y la caída de las instituciones en términos de reputación e imagen, para el pueblo en general el Ejército sigue siendo un emblema importante”.
Leporati agrega que la historia de Chile es básicamente militar -algo que, recuerda, se nos enseña de niños en los colegios- por lo que “es muy difícil pensar distinto o hacer una crítica a este evento histórico como es la Parada Militar”. Por lo mismo, dice, no debiera extrañar que se mantenga el rating en su transmisión por televisión. Junto con ello el publicista advierte que es un “hábito cultural”, aunque agrega que estos “no son eternos y con el tiempo se va a ir desgastando probablemente, como se ha ido desgastando en otros países más desarrollados”.
El académico profundiza en la idea de un “hábito cultural” señalando que en Chile “hay pocos eventos populares masivos -como el Carnaval de Río de Janeiro, por ejemplo, ya que en Chile son básicamente en el norte y bastante acotados-, y en el fondo la Parada Militar es un evento muy fetichista, material, en el cual la gente de alguna forma participa”. “El único evento cultural probablemente transversal, de Arica a Punta Arenas, es el de las ‘Glorias del Ejército”, concluye.
“El Te Deum Evangélico debería suprimirse ya”
Álvaro Ramis, teólogo y académico de la Universidad de Chile, plantea en conversación con Politika que si bien la decisión de los canales de televisión de no transmitir los Te Deum tiene que ver con una cuestión comercial, también se puede plantear que “en cierta forma el rating y la motivación del público respecto de esta ceremonia ha decaído”. “Hay un desprestigio evidente de la institucionalidad eclesial y, además, está el que el Gobierno ha visto con cierto temor lo que podía ocurrir en esas ceremonias, porque es un factor de incertidumbre”, añade.
Para Ramis “la legitimidad del Te Deum, teniendo un arraigo histórico innegable, se ha acabado”. En ese sentido argumenta que “no porque una costumbre tenga larga tradición o larga historia, eso le da licencia para seguir operando o funcionando eternamente”. El teólogo plantea que si bien es innegable la raigambre de dicho evento religioso, “uno puede decir que la forma en como se ha ido implementando llegó a un punto en donde la sociedad ya no la considera legítima y por lo tanto retira la licencia social sobre esa ceremonia”.
El académico postula que el Te Deum, al menos en el formato en que se lleva a cabo, “ya no debería ser considerado como el modo de generar un acto de unidad nacional o de reconocimiento al año transcurrido de la vida nacional”. Y en ese sentido, propone otro tipo de ceremonias “que incorporen la diversidad de convicciones, creencias, doctrinas comprensivas del bien, cosmovisiones que las personas poseen”. La idea, profundiza, es realizar un acto “que refleje la variedad de espiritualidades que cruzan a la sociedad chilena (…) donde todas las confesiones tengan la misma oportunidad de tiempo, la misma jerarquía, donde no exista ningún tipo de preeminencia de una sobre otra”.
Esto porque -añade- la idea tampoco es que se dejen de realizar estas actividades, sino que se continúe valorando las ceremonias que “recurran al lenguaje simbólico”. “Yo defiendo lo que dice Enrique Dussel respecto de la valoración de las formas simbólicas de argumentación racional, campo donde están las espiritualidades; eso para mí es importante de argumentar como legítimo y necesario, pero no bajo la forma de los cultos religiosos hoy imperantes que más bien tienden a hegemonizar por la vía de su imposición doctrinaria”, sostiene.
Por último, respecto de la posibilidad de que simplemente las ceremonias religiosas como las mencionadas dejen de realizarse, Ramis plantea que “hay una que efectivamente debería suprimirse ya, que es la del Te Deum Evangélico en la pseudo catedral de Alameda con Jotabeche, que fue una invención de la dictadura para congraciarse con una iglesia muy particular”. El académico advierte que este acto “no unifica ni siquiera al sector de las iglesias evangélicas a las cuales dice representar, por lo tanto es tremendamente violento para el mismo campo de las iglesias evangélicas, muy pocas se sienten representadas por esa mafia encabezada por el obispo (Eduardo) Durán”.
Daniel Labbé Yáñez
Publicado originalmente en POLITIKA