Santiago, 23 jun (Sputnik).- La dictadura de Augusto Pinochet en Chile culminó en 1990, pero el militar y su familia gozaron de amplios privilegios prácticos y fácticos hasta la muerte de este en 2006.
Posteriormente, la batuta del clan la tomó Lucía Hiriart, su viuda, quien siguió administrando gran parte de los bienes familiares y encabezando las reuniones sociales con los hijos y nietos.
Pero en diciembre de 2021, a la edad de 99 años, Hiriart falleció a causa de múltiples complicaciones médicas y fallas respiratorias, dejando al clan descabezado. Desde entonces hasta la fecha han surgido dos polémicas que sacuden a la familia: una denuncia por maltratos interpuesta por la enfermera personal de Hiriart y el secretismo que entraña su testamento.
El 10 de junio de este año, el Consejo de Defensa del Estado de Chile (CDE) inició un requerimiento ante el Poder Judicial para levantar el secreto del testamento que dejó Hiriart, un documento que fue escrito en 2002 y que durante años permaneció oculto, guardado celosamente en una bóveda familiar en el Banco de Chile.
El objetivo del trámite es analizar si en la herencia de Hiriart existen bienes o activos desconocidos hasta la fecha, los que podrían haber sido ocultados para que no se vieran afectados por los múltiples procesos de embargo a los que ha sido sometida la familia Pinochet producto de los delitos diversos delitos de malversación de fondos públicos y evasión tributaria que cometieron en dictadura y también después, en democracia.
Lo más complejo es que el testamento, con fecha del 3 de septiembre de 2002, fue firmado dos años antes de que la justicia estadounidense descubriera que Augusto Pinochet mantuvo ocultos más de 21 millones de dólares en cuentas secretas del Banco Riggs. Pinochet usó durante décadas el alias de “Daniel López” para depositar dinero robado en este y otros bancos internacionales, y la CDE busca esclarecer que no existan parte de esos activos en el testamento de Hiriart.
EL ANILLO DE DIAMANTE
Los lujos y excentricidades marcaron la vida de la viuda de Pinochet. Y justamente, una de sus joyas más preciadas fue lo que causó una de las actuales controversias.
Tras la muerte de Hiriart, su hijo Marco Antonio Pinochet comenzó una búsqueda por la casa de un lujoso anillo de piedras preciosas que tenía un diamante. Al no poder encontrarlo, encaró a Silvia Jara, quien fue durante décadas la enfermera encargada de atender a la mujer, hasta el día de su muerte.
“La señora Lucía se lo regaló a la señora Jacqueline (una de sus hijas)”, contestó ofuscada la enfermera, tras ser apuntada como la sospechosa de haber robado la joya. Esa situación fue el gatillante para que Jara demandara a los hijos del matrimonio, acusándolos de años de abusos y maltrato psicológico.
En su denuncia, recogida por el medio La Tercera, Jara contó varios episodios específicos, como la vez que le negaron comprar guantes para realizar las tareas de aseo y lavado de Hiriart, dándole como argumento que era un gasto innecesario. Lo mismo con los pañales, a los que también se habrían negado a comprar los hijos de Hiriart.
Además, la enfermera señaló que sus patrones no respetaron las labores que tenía asignadas por contrato, que consistían en asistir a la viuda en higiene, peinado, vestimenta y alimentación. Cuando comenzó la pandemia, por el mismo sueldo (676 dólares al mes), le pidieron cuidar a otros miembros de la familia y elevaron su horario laboral en varias horas a la semana, denunció.
Jara señaló también que se le prohibía salir a ver a sus familiares y que sufrió maltrato psicológico con un “ambiente laboral insostenible”, siendo víctima de acusaciones de robo y humillaciones. La familia Pinochet intentó llegar a un acuerdo con la enfermera a través de un pacto de confidencialidad, pero la profesional se negó y decidió seguir la vía legal, pidiendo un total de 66.854 dólares por pagos adeudados y perjuicio moral.
Hiriart no solo fue la esposa de Pinochet durante la dictadura. Según diversos relatos de la época, también ejerció un papel activo en el régimen. Entre 1973 y 1990, cerca de 28.000 personas fueron torturadas, 3.197 fueron asesinadas y unas 200.000 fueron obligadas al exilio, según cifras oficiales. (Sputnik)
