Litio, una industria que avanza en Sudamérica sin medir sus consecuencias

En Chile, investigadores de la Pontificia Universidad Católica liderados por Osvaldo Moreno y Ximena Arizaga trabajan en la entrega de una "Guía metodológica de evaluación complementaria de proyectos de minería no metálica de litio" para fines de este año.

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Fotografía de contexto: SQM

Montevideo (Mesa Américas), 27 sep (Sputnik).- Latinoamérica cuenta con una de las mayores reservas de litio del mundo y su explotación está en auge debido a la carrera global por este mineral, considerado estratégico para la transición energética. Sin embargo, el impacto de esta industria en los territorios todavía es poco conocido y preocupan sus consecuencias socioambientales.

“El principal problema desde lo ambiental es que no se hacen estudios ambientales de base, no se estudia a fondo el comportamiento hídrico de los salares para entender el funcionamiento, cuánta agua entra naturalmente a ese salar y cuánta sale naturalmente y cuál es ese equilibrio hídrico entre zonas de agua dulce y zonas de agua salada que están en contacto de manera natural”, dijo en diálogo con la Agencia Sputnik la directora de Política Ambiental de la argentina Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), Pía Marchegiani.

El litio es llamado el “oro blanco” del siglo XXI por ser un mineral estratégico para el desarrollo de baterías en dispositivos móviles y para la generación de vehículos eléctricos, y en Sudamérica se extrae mayoritariamente de los salares.

Los salares, recordó la integrante de la FARN, son cuencas hidrográficas que están situadas en territorios áridos donde el recurso estratégico vinculado a ellos es el agua.

En estos lugares, el acceso al agua es clave para las comunidades locales y sus medios de vida, así como para la flora y la fauna.

La fiebre del litio, explicó Marchegiani, magíster en Estudios Globales por la Universidad de Friburgo, Alemania y Universidad de Kwazulu-Natal (Sudáfrica), hace que estos territorios empiecen a tener no uno sino varios proyectos encima a la vez, lo que puede generar, directamente, un desastre ambiental.

Si bien hay otros países latinoamericanos que cuentan con este mineral, Argentina, Bolivia y Chile se ubican en el denominado “triángulo del litio” y representan alrededor del 65 por ciento de las reservas mundiales.

Marchegiani explicó que la industria funciona distinto en los tres países ya que no tienen los mismos marcos jurídicos.

“Argentina es donde se ve con mayor énfasis la llegada de múltiples empresas al litio porque hay un marco jurídico más abierto, liberal, donde cualquier empresa internacional que llega y encuentra litio tiene todos los derechos posibles de extraerlo”, haciendo todos los trámites administrativos necesarios, explicó.

En Bolivia y Chile hay otras normativas que permiten a las empresas privadas acceder al litio, pero deben de alguna forma asociarse con el Estado.

GUÍA

En Chile, investigadores de la Pontificia Universidad Católica liderados por Osvaldo Moreno y Ximena Arizaga trabajan en la entrega de una “Guía metodológica de evaluación complementaria de proyectos de minería no metálica de litio” para fines de este año.

En diálogo con la Agencia Sputnik, Arizaga, doctora en Arquitectura y Estudios Urbanos por la Pontificia Universidad Católica, explicó que ante la presentación de proyectos de litio es necesario comprender el territorio donde se quiere instalar y sus potenciales impactos.

Al igual que Marchegiani señaló a la falta de estudio sobre lo que puede suceder con las funciones hídricas de los salares como una de las principales preocupaciones frente a esta industria.

“El salar se compone de una capa de agua más profunda, que son las salmueras, pero en los bordes también hay agua dulce de las cuales viven las especies de fauna y flora que son características del salar y son muy sensibles a las variaciones que puedan producirse”, expresó.

También resaltó hay que tener en cuenta a las comunidades indígenas que habitan la zona, para las cuales el salar tiene una relevancia muy importante y hacen uso de los territorios para sus propias actividades culturales y productivas.

“La afectación de los salares es también la afectación de estas comunidades”, añadió.

Marchegiani dijo que es esencial que se consulte a las comunidades ante cualquier decisión que pueda afectar su forma de vida, algo que está establecido en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos indígenas y tribales.

Otro punto que se debe considerar a la hora de aprobar un proyecto de litio es el turismo y su implicancia para los habitantes locales, dijo Arizaga.

Por ejemplo, dijo, el salar de Atacama, en Chile, es muy grande y permite quizás convivir a la industria del litio y el turismo, pero otros más pequeños pueden verse afectados y perjudicar el desarrollo local.

En ese sentido, explicó que el turismo es una industria con una alta tasa de empleabilidad y un impacto directo en el desarrollo local diferente al de las industrias de minerales que tienen un impacto más macroeconómico.

UN DAÑO MAYOR

Ambas entrevistadas resaltaron la riqueza de los ecosistemas de los salares y que la falta de estudio de estos puede generar un daño irreparable para la tierra.

“Los ecosistemas altoandinos son resultado de un proceso de miles de millones de años y albergan una información que quizás todavía no somos capaces de interpretar. Hay mucha información científica que se puede extraer de los salares, hay muchos microorganismos que viven en los salares y esa riqueza química y biológica debe preservarse para el beneficio de las generaciones futuras”, dijo Arizaga.

Para la académica el deterioro potencial de todo aquello que no conocemos puede tener un impacto negativo en la vida futura, y resaltó que se trata de organismos que se han adaptado a condiciones extremas y que nos pueden enseñar, por ejemplo, cómo adaptarnos al cambio climático.

Por su parte, Marchegiani resaltó la importancia de los microorganismos conocidos como estromatolitos, que tienen información de del inicio de la vida del Universo, y tiene la capacidad de secuestrar dióxido de carbono y liberar oxígeno.

“Tienen un valor en términos de conocimiento técnico, científico y político que es muy importante y hoy por hoy no hay los suficientes recursos abocados a identificar donde están”, señaló.

Por lo tanto, alertó, se corre el riesgo de destruir un salar que tiene la capacidad de absorber dióxido de carbono, justamente el problema climático, por la falta información rigurosa de donde están y cómo funcionan como para preservarlos.

“Es la incoherencia máxima, tenemos un lugar que podría ser un reservorio de carbón y va a terminar siendo una fuente de emisiones”, lamentó.

ESTÁNDARES

Ambas también coincidieron en que se deben trazar estándares ambientales base definidos por el Estado, ya que actualmente es el oferente quien lo define y quien lleva adelante la evaluación del impacto ambiental de los proyectos.

En Argentina los procesos de evaluación lo hacen los propios interesados en la explotación, que contratan especialistas, pero pocas veces esa información es contrarrestada con información propia del Estado, porque no la tienen, dijo Marchegiani.

La guía en la que trabaja Arizaga, que no pretende dar una postura a favor o en contra de la industria del litio, plantea la posibilidad de adoptar un mecanismo similar al que se utiliza en otras concesiones en las que es el Estado el que define los estándares y se elige la mejor oferta a partir de ese estándar.

Para elaborar esos estándares se deben conocer y tener en cuenta la particularidad de cada territorio y definir si realmente puede acoger los proyectos.

En ese sentido, resaltaron que cada salar es distinto y hay que conocer las características de cada uno, por ejemplo, cuántas precipitaciones tiene anualmente, cual es la tasa de evaporación, cuál es el tamaño de la costra salina, cuánto magnesio hay -porque el magnesio no sirve y hay separarlo-, etcétera.

En definitiva, contar con información de cómo funciona el ecosistema hídrico de los salares es fundamental para entender el impacto ambiental de cada proyecto y qué daño se va a generar. Si es un daño menor y se puede reparar o si es irreversible. (Sputnik)