El “cura obrero”, ampliamente conocido en San Joaquín por su labor como párroco en la Iglesia San Cayetano de La Legua, dejo nuestro país, según afirmo por tres meses, volvería en semana santa.En su ultima misa en Villa Francia en la comunidad Cristo Liberador afirmo -Atrévanse laicos a cuestionarnos a los curas. Sean valientes, ¡arriesguen! Ustedes son responsables de lo que los curas somos. Si se quedan callados mientras somos clericales, así va a ser la Iglesia. Si ustedes gritan y buscan una Iglesia distinta, la Iglesia va a cambiar -vocifera Puga con una estola tejida en colores. Escucharlo pone la piel de gallina. según consigno un reportaje de Tendencias de La Tercera
Su voz emerge de los parlantes y se propaga por la villa que lo acogió en los 70, y a la que regresó hace cuatro años, tras sobrevivir a cuatro centros de tortura e itinerar como obrero por Pudahuel, La Legua y Chiloé.
Puga ha dicho que volverá en tres meses más para celebrar la Semana Santa, su cumpleaños número 88 y sus seis décadas de sacerdote. En este tiempo afuera, estará con los curas de los pobres en Filipinas, compartirá con amigos en Francia y permanecerá largo rato en un monasterio que nadie sabe a ciencia cierta si será en África u otro lado.
A su comunidad de Villa Francia se lo comunicó en febrero de 2018. A ellos les dijo que estaba cerrando un ciclo. Y que no tenía certeza de si volvería a vivir en Villa Francia, abriendo una serie de preguntas que, debido a su carácter patiperro, no siempre tienen respuestas.
El anuncio a los pobladores fue a quemarropa y lo realizó durante el retiro anual en Pirque, en el que las seis organizaciones de base con las que trabaja Villa Francia participaron.
-Me voy de la comunidad -les comunicó.
Quienes lo escucharon quedaron mirándose unos con otros, en shock. El silencio sepulcral fue interrumpido por el llanto de algunos que no lograban reponerse.
Puga, nervioso, explicó que necesitaba irse a retiro y que después de cuatro años era momento de que ellos continuaran sin él.
-Que la Villa Francia reciba a Cristo depende de ustedes y no del cura de turno- los arengó, para envalentonarlos.
Pero más allá de esa fortaleza que demuestra a sus fieles, los pobladores coinciden en que lo ven cansado y que la crisis de la Iglesia lo tiene desilusionado.
-Mariano ha sufrido mucho con la crisis de la Iglesia y se ha agotado tratando de gritar que no todos los curas están corrompidos, pero aún así no toda la gente lo escucha -explica María Paz Cajas, integrante de su comunidad.
-Quizá me quede por allá -les dijo en febrero pasado a los pobladores. Y la cuenta regresiva se inició.
Puga preparó a la comunidad todo un año para su ausencia. Y lo ha hecho con ahínco y exigencia, al límite de su capacidad. Dicen en su comunidad que a medida que daba órdenes, se iba poniendo cada vez más cascarrabias. Que los mandaba y los retaba. No soportaba impuntualidades, se enojaba con los que no iban a las reuniones.
Como si en ese ritmo frenético se gastara todas sus energías.
-A este ritmo me quedan dos años. Pero si me voy a un monasterio me quedan cinco -le habría confesado a uno de los pobladores que más lo conoce, el Túa, dándole a entender que este viaje no solo es para renovar energías, sino también una forma de mantenerse a salvo.
Con Información de La Tercera