Fue su pasaporte al olimpo del cine y el peldaño previo al rodaje de Novecento (1976), para muchos su obra maestra. Al mismo tiempo, le atrajo también una mancha en su carrera. El 14 de octubre de 1972, el fallecido cineasta italiano Bernardo Bertolucci estrenó su película El último tango en París en el Festival de Cine de Nueva York. Marlon Brando aparecía en la pantalla grande convertido en Paul, un hombre de 45 años que acababa de enviudar y quien se cruzaba accidentalmente con Jeanne, una joven actriz interpretada por la también novata Maria Schneider, mientras visitaba un departamento en alquiler en París. La atracción era instantánea, y tras dirigirse algunas palabras nada más, acaban teniendo relaciones sexuales sobre el piso vacío.
El mismo departamento se vuelve el lugar de sus furtivos y cada vez más habituales encuentros. Y la relación de ambos, sin embargo, se caracterizaba por una fuerte violencia verbal y sexual ejercida por él, en un afán de dominar también la mente de la chica. La escena en que Paul utiliza mantequilla en lugar de lubricante para tener relaciones con el personaje de Schneider, inmortalizó al filme para bien y para mal: fue un éxito comercial –con U$ 36 millones recaudados solo en Estados Unidos– y recibió críticas entusiastas (Pauline Kael de en The New York Times la llamó “una obra de arte tan revolucionaria como La consagración de la primavera de Stravinsky”), pero también fue tachada de “violenta” y “misógina”, y sostuvo un largo juicio de obscenidad en su contra que se extendería incluso hasta hace algunos años.
Bertolucci estaba entonces embarcado en el sicoanálisis y consideraba que “el sexo es lo único que aún parece verdadero”. Su interés en el tema se manifestó también en su cinta La luna (1979), que escenificó las perturbadas relaciones entre un artista lírico y su hijo adolescente. “Tal vez sea un idealista, pero sigo pensando en el cine como una catedral donde todos vamos a soñar juntos “, dijo el director al recibir el premio Director’s Guild of America por su El último emperador (1987).
“El último tango en París resultó un suceso por su visión del sexo, porque era una película con algún grado de exploración de la psiquis de los protagonistas, y escenas que eran para la época demasiado crudas, como la sodomización de la protagonista. Esta escena, y en general el tratamiento de la temática erótica desde una óptica inusual (numerosas escenas de desnudos frontales de la mujer), causarían un gran impacto en la sociedad de la época”, publicó The New York Times, a horas de conocerse la muerte del cineasta italiano, a los 77 años, en Roma.
A pesar de las nominaciones al Oscar a Mejor director y actor, en Italia la película fue prohibida justo después de su aparición ese mismo año, y no fue estrenada allí nuevamente hasta 1987. El caso llegó incluso a tribunales: fue prohibida en 1976 y se ordenó que todas las copias fueran confiscadas y destruidas. Bertolucci, Brando y Schneider, así como el productor Alberto Grimaldi, fueron sentenciados a dos meses de cárcel y una multa de $ 40 cada uno, aunque con el correr de los meses los términos de la cárcel fueron suspendidos.
En España también fue censurada por el franquismo, y no se estrenó allí hasta diciembre de 1977. Miles de españoles viajaron a Biarritz, Perpiñán y otras ciudades de Europa para verla, mientras que en Chile formó parte de las más de mil películas prohibidas desde 1974 por el régimen militar, junto a La última tentación de Cristo de Scorsese o El violinista en el tejado de Jewison. Recién se estrenó en salas locales a fines de los 80.
La verdad de Maria Schneider
Murió en el más absoluto olvido en 2011, a los 58 años y tras una larga lucha contra el cáncer. la actriz Maria Schneider habló varias veces sobre la misma escena que le tocó grabar a los 19 años. En una entrevista al periódico Daily Mail de 2007, reconoció haberse sentido “violada” por Brando y Bertolucci.
“Debería haber llamado a mi agente o mandado a mi abogado al set porque no puedes obligar a alguien a hacer algo que no está en el guión, pero en ese momento yo no lo sabía”, aseguró Schneider entonces. Sin embargo, nadie quiso creer que la palabra “violación” era literal. Tras el rodaje, la actriz volvió a las drogas e, incluso, intentó suicidarse. “Marlon me dijo: ‘María, no te preocupes, es solo una película’, pero durante la escena, aunque lo que Marlon estaba haciendo no era real, estaba llorando. Me sentí humillada y, para ser sincera, me sentí un poco violada, tanto por Marlon como por Bertolucci. Después de la escena, Marlon no me consolaba ni se disculpaba. Afortunadamente, solo fue una toma”, agregó.
En 2013, año en que fue homenajeado por la Cinémathèque Francaise, Bertolucci reveló que la idea de la escena nació de ambos, de él y Brando, y sin que la actriz se enterara. “Estábamos desayunando con Marlon en el departamento. Él estaba poniendo mantequilla en el pan, y hablábamos de cómo hacer esa escena. Nos miramos el uno al otro… y así se nació esa famosa escena con la mantequilla. Yo no quería que María fingiese la humillación, quería que la sintiera”, dijo, y agregó: “Consuela y a la vez aflige que haya gente aún tan ‘naif’ (ingenua) que cree que lo que ve en el cine ocurra en la realidad. No saben que en el cine el sexo es (casi) siempre una ficción y probablemente creen que cada vez que John Wayne dispara a su enemigo, cae muerto de verdad”.
En uno de sus últimos comunicados, divulgado el año pasado, recalcó: “Quisiera por última vez aclarar la ridícula equivocación que sigue suscitando El último tango en París en diarios de todo el mundo. Algunos han creído que ella no estaba informada de la violencia. Falso. María sabía todo porque había leído el guión, donde todo estaba descrito. Lo único nuevo con respecto al guión fue la idea de la mantequilla. Eso fue, según supe muchos años después, lo que ofendió a María. No la violencia que sufrió en la escena y que estaba prevista en el filme”, recalcó.
Algunos actores de Hollywood expresaron su repudio: “A toda la gente que adora esa película: están viendo a una chica de 19 siendo violada por un hombre de 48. El director planeó el ataque. Me pone enferma”, comentó la actriz Jessica Chastain, mientras que Evan Rachel Wood agregó: “Es indignante y te parte el corazón. Ambos están enfermos si creen que lo que hicieron está bien”.
A diferencia de lo que ocurrió con Brando y Schneider, que siguieron siendo amigos hasta la muerte del actor en 2004, Bertolucci no volvió a ver a Maria Schneider después de rodaje. “Creo que me porté horriblemente con María porque no le conté lo que iba a pasar”. ¿Se arrepiente?, le preguntaron en 2013, y Bertolucci respondió: “No me arrepiento, pero me siento culpable. Hacer películas es también eso, conseguir cosas”.
Pedro Bahamondes