Los científicos británicos han descubierto que el hueso fabela que se consideraba perdido en la evolución volvió a aparecer en los seres humanos. En comparación con los datos de hace 100 años, la cantidad de personas que actualmente tienen este hueso se incrementó 3,5 veces.
Si en 1918, solo el 11,2% de la población contaba con un fabela —pequeño hueso sesamoideo de la rodilla—, luego de un siglo esta cifra alcanzó el 39%, afirman los científicos del Imperial College de Londres.
“Mystery arthritis-linked knee bone three times more common than 100 years ago”. Great research by @MBerthaume into the resurgence of the #fabellae bone which is linked to knee problems and pain https://t.co/QCHpiGxuM3
— Bioengineering (@ImperialBioeng) 17 de abril de 2019
“No sabemos cuál es la función del fabela, nadie la ha investigado. Puede comportarse como otros huesos sesamoideos para ayudar a reducir la fricción dentro de los tendones, redirigir las fuerzas musculares o, como en el caso de la rótula, aumentar la fuerza mecánica de ese músculo. O puede no hacer absolutamente nada”, comentó el autor principal del estudio, Dr. Michael Berthaume.
Las personas con osteoartritis de rodilla tienen el doble de probabilidades de tener un fabela. Sin embargo, se desconoce si el fabela es lo que causa esta enfermedad.
Según Berthaume, este hueso puede causar dolor y molestias a algunas personas y podría requerir ser removido si causa problemas.
“Tal vez el fabela pronto sea calificado como el apéndice del esqueleto”.
“Encontramos evidencia del resurgimiento del fabela en todo el mundo, y uno de los pocos cambios ambientales que han afectado a la mayoría de los países del mundo es una mejor nutrición”, observó Berthaume.
“El humano medio, hoy en día, está mejor alimentado, lo que significa que somos más altos y más pesados. Vinieron unas espinillas más largas y músculos de la pantorrilla más grandes, cambios que ponen a la rodilla bajo una presión creciente. Esto podría explicar por qué los fabelas son más comunes ahora que antes”, añadió.
Los científicos pretenden estudiar en detalle el fenómeno y definir sus características en función de la edad, la etnia y el sexo de las personas. Los científicos esperan que los conocimientos adquiridos ayuden a tratar el dolor de rodilla y establecer sus causas.