Santiago, 11 may (Sputnik).- Prohombres de la centroizquierda, destacados pensadores y notables líderes políticos. Aquellos que se opusieron a la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y que celebraron juntos los triunfos de la ahora desaparecida Concertación (bloque de partidos de centroizquierda), se volvieron a encontrar este año y fundaron el movimiento Amarillos por Chile.
La agrupación nació en febrero de este año, cuando unas 100 personalidades que actualmente se vinculan con el sector conservador de la centroizquierda o con el centro político, se unieron bajo una misma consigna: intentar moderar las propuestas del proceso constituyente. Exministros, académicos, abogados, exparlamentarios y otras figuras acusan a la Convención Constitucional de estar escribiendo un texto demasiado extremo.
“Es necesario decretar un estado de alerta amarilla frente a la visión maximalista, refundacional y en algunos casos, derechamente revolucionaria de la Convención Constituyente”, consigna uno de los manifiestos que publicó el grupo al constituirse. La agrupación, donde la mayoría de sus participantes asegura que votó Apruebo durante el plebiscito constitucional de 2020, dijo estar decepcionada de la Asamblea y clamó por gradualidad y responsabilidad.
“Nos unimos porque las señales nos dicen que la Convención tomó un rumbo delirante y desmesurado”, dijo en febrero al medio local Pauta el poeta Cristián Warnken, un influyente columnista, comunicador y presentador de televisión que participó en la conformación del colectivo. Y desde entonces, los “amarillos” que integran el bloque, han usado su influencia para mantener una fuerte presencia en los medios, escribiendo columnas de opinión, dando entrevistas para pedir un urgente golpe de timón, en dirección a la mesura.
“La política que se está haciendo en la Convención se acerca mucho a lo dictatorial”, dijo en marzo a radio Duna la exministra de Educación Mariana Aylwin, hija del expresidente de Chile Patricio Aylwin (1990-1994) y también una amarilla. “Una enorme cantidad de personas que votamos Apruebo en el plebiscito constitucional de 2020 estamos en desconcierto”, afirmó en febrero al medio El Líbero el amarillo Óscar Garretón, subsecretario del expresidente socialista Salvador Allende (1970-1973).
A pesar de que los amarillos han planteado diversas críticas al proceso, esta semana publicaron una carta explicando que aún no adoptan una postura oficial sobre el nuevo plebiscito constitucional que se realizará el 4 de septiembre. Hasta el momento, no se inclinan ni por el Apruebo ni por el Rechazo. “Cuando se entregue la propuesta de texto constitucional finalizada (el próximo 4 de julio), la miraremos con detenimiento y sin dejarnos llevar por las puras emociones o sensaciones. Lo nuestro no es ni agitar más las aguas, ni polarizar más, ni abrir más peleas”, publicaron en sus redes sociales.
FORMA Y FONDO
“Amarillo” es un concepto que ha sido usado tradicionalmente en Chile para denostar a una persona a la que se le considera ambigua políticamente. “Son los rompe huelgas, los crumiros (esquiroles, carneros) que siguen con sus faenas para caerle bien al patrón, aquellos que repiten como un mantra que no importa quien gobierne, si total igual al día siguiente de las elecciones tienen que salir a trabajar”, definió el columnista Raúl Martínez en febrero, en el medio Diario Universidad de Chile.
Pero Amarillos por Chile busca resignificar el insulto y convertirlo en un sinónimo de prudencia, sensatez y cambios graduales. Y la fórmula parece funcionar, pues crecen rápido. Su primer manifiesto publicado en febrero fue firmado por 79 personas y actualmente, según su sitio web, cuentan con 47.046 adherentes.
En su plataforma, y a través de sus voceros, aclaran constantemente que no son un partido político, sino que solo un grupo de ciudadanos que quiere “cuidar el país, las tradiciones y la democracia” y sus críticas al proceso constituyente son siempre de forma y de fondo.
Los amarillos acusan que el proceso constituyente y la mayoría de las 446 normas aprobadas por la Convención han sido desarrolladas principalmente por sectores de izquierda y por representantes de los pueblos originarios, dejando de lado las propuestas y la visión de los sectores conservadores, moderados y de derecha.
“Ojalá se puedan alcanzar acuerdos casi unánimes, esa debería ser la aspiración de la Convención”, dijo en abril a radio Infinita la exsenadora y excandidata presidencial del partido Demócrata Cristiano (centroizquierda) Carolina Goic, actual amarilla por Chile.
José Rodríguez Elizondo (85 años) es un destacado académico y exdiplomático chileno, ganador del Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales en 2021. Al igual que Garretón, trabajó para la administración de Allende y debido a eso, debió partir al exilio tras el golpe de Estado perpetrado por Pinochet en 1973. En conversación con Agencia Sputnik, Rodríguez sostuvo que abordó el barco de los Amarillos porque se sintió identificado.
“El llamado de Warnken (fundador del grupo) me interpretó en cuanto al extremista de centro que soy. Además, en un momento de ausencia de políticos creíbles en Chile, él surgió como un líder intelectual de alto nivel, con gran sensibilidad política y partidario de reformas profundas, que contribuyan a una unidad nacional razonable”, dijo.
Rodríguez explicó que su principal objetivo al interior de las filas del amarillismo es poder frenar la tendencia a la plurinacionalidad que permeó en gran parte de las normas aprobadas en por la asamblea.
“Como académico, me concentré desde el inicio en las normas sobre plurinacionalidad. A mi juicio, implican un cambio insólito de identidad del Estado unitario, que impregnan la parte medular de la Constitución en el proyecto. Me parecen de alto riesgo para el desarrollo del país en lo interno y en lo internacional”, afirmó.
El texto constitucional escrito hasta el momento establece que Chile es un país plurinacional e intercultural, donde coexisten diversas naciones. Asimismo, se regulan varios aspectos de la institucionalidad en esta línea, que pasan por una representación obligatoria de miembros indígenas en órganos colegiados a través de escaños reservados y diversas formas de autonomía territorial y económica para los pueblos originarios.
Rodríguez admitió no tener demasiada ilusión puesta el proceso constituyente. “Solo espero que desaparezcan las normas sobre plurinacionalidad, en un gesto de racionalidad patriótica”, cerró.
Otras normas que han sido criticadas por los amarillos son: aquella que remplaza al Senado por un nuevo órgano denominado Cámara de las Regiones, con menos atribuciones; la eliminación del concepto Estado-Nación; la definición de Chile como un Estado regional; la sustitución del concepto “poder judicial” por “sistema judicial”, entre otras.
La Convención Constitucional deberá entregar el 4 de julio su propuesta de Constitución ya finalizada, y el 4 de septiembre los chilenos votarán en un plebiscito nacional con voto obligatorio, con las opciones: Apruebo o Rechazo.
De ganar el Apruebo, el escenario será más claro: el nuevo texto reemplazará a la actual carta magna redactada en 1980 durante la dictadura de Pinochet. Pero no hay certeza de lo que sucederá si se impone el Rechazo, y de cómo continuará el proceso constituyente. Y el escenario no es improbable, ya que, según gran parte de las encuestas publicadas en los últimos días, el Apruebo va perdiendo. (Sputnik)
Francisco Bravo Atias