A 25 años de su muerte, vigencia del pensamiento de Silva Henríquez

El cardenal Raúl Silva Henríquez tuvo una participación crucial en la defensa de los derechos humanos de las y los perseguidos políticos durante y después de la Dictadura de Augusto Pinochet.

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El cardenal Raúl Silva Henríquez tuvo una participación crucial en la defensa de los derechos humanos de las y los perseguidos políticos durante y después de la Dictadura de Augusto Pinochet.

Cardenal Raúl Silva Henríquez (Talca, 27 de Septiembre 1907 – Santiago, 9 Abril 1999) fue un sacerdote salesiano y abogado chileno, obispo de Valparaíso entre 1959 y 1961, arzobispo de Santiago entre 1961 y 1983 y acérrimo defensor de los derechos humanos que se violaron durante la dictadura militar encabezada por Augusto Pinoc

Al cumplirse 25 años de su muerte publicamos su carta Mi sueño de Chile

Quiero un país donde reine la solidaridad. Muchas veces ante las distintas catástrofes que el país ha debido enfrentar, se ha demostrado la generosidad y la nobleza de nuestro pueblo. No es necesario que los terremotos solamente vengan a unir a los chilenos. Creo que quienes poseen más riquezas deben apoyar y ayudar a quienes menos poseen. Creo que los más fuertes no pueden desentenderse de los más débiles. Y que los más sabios deben responsabilizarse de los que permanecen en la ignorancia. La solidaridad es un imperativo urgente para nosotros. Chile debe desterrar los egoísmos y ambiciones para convertirse en una patria solidaria.

Quiero que en mi país todos vivan con dignidad. La lucha contra la miseria es una tarea de la cual nadie puede sentirse excluido. Quiero que en Chile no haya más miseria para los pobres. Que cada niño tenga una escuela donde estudiar. Que los enfermos puedan acceder fácilmente a la salud. Que cada jefe de hogar tenga un trabajo estable y que le permita alimentar a su familia. Y que cada familia pueda habitar en una casa digna donde pueda reunirse a comer, a jugar y a amarse entrañablemente.

Quiero un país donde se pueda vivir el amor. ¡Esto es fundamental! Nada sacamos con mejorar los índices económicos o con levantar grandes industrias y edificios, si no crecemos en nuestra capacidad de amar. Los jóvenes no nos perdonarían esa falta. Pido y ruego que se escuche a los jóvenes y se les responda como ellos se merecen. La juventud es nuestra fuerza más hermosa. Ellos tienen el derecho a ser amados. Y tienen la responsabilidad de aprender a amar de un modo limpio y abierto. Pido y ruego que la sociedad entera ponga su atención en los jóvenes, pero de un modo especial, eso se lo pido y ruego a las familias. ¡No abandonen a los jóvenes! ¡Escúchenlos, miren sus virtudes antes que sus defectos, muéstrenles con sus testimonios un estilo de vivir entusiasmante!

Quiero que mi patria escuche la Buena Noticia del evangelio de Jesucristo, que tanto consuelo y esperanza trae para todos. Este es mi sueño para Chile y creo que con la ayuda de María, ese sueño es posible convertirlo en realidad.

RAÚL CARDENAL SILVA HENRÍQUEZ
Santiago, 19 de Noviembre de 1991

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